martes, noviembre 01, 2005

LA MADRE DE LAS MORDIDAS

¿Quién dijo ‘mordida’? Frente a lo que acaba de descubrir la investigación en el programa de las Naciones Unidas que le permitía a Irak cambiar petróleo por comida, los sobornos de otros negocios escandalosos apenas constituyen un pellizco. Estamos hablando de unas 2.300 empresas que aparecen comprometidas en el pago de comisiones por 1.800 millones de dólares al ex dictador Saddam Hussein, que queda como verdadero Rey del Ají.El programa de petróleo por alimentos empezó en 1996 para aliviar la escasez de comida de los 27 millones de habitantes de Irak a causa de las sanciones por la Guerra del Golfo de 1990, calificada por Hussein como “la madre de todas las batallas”. Por siete años, más de 100 mil millones de dólares circularon, y en el invento participaron 4.700 empresas y varios gobiernos. Surgieron sospechas y hace 18 meses una comisión presidida por el economista estadounidense Paul Volcker recibió el encargo de establecer si hubo irregularidades.El informe final se divulgó el jueves. Y, aunque ya se sabía de corrupción en el programa, los resultados fueron una bomba. Se trata de “la madre de todas las mordidas”, una verdadera feria de comisiones ilícitas y venta de influencias, donde varios gobiernos –principalmente Rusia y Francia– quedan mal parados y donde desfila un carrusel de corruptos: gerentes, diplomáticos occidentales, activistas de derechos humanos, un ex ministro francés, un legislador británico, un asesor ruso, un hijo del secretario general de la ONU e incluso un sacerdote vaticano. Aparecen firmas como Daimler-Chrysler, Siemens y Volvo, el Banco Nacional de París y, claro, Hussein y sus lugartenientes.Golpe duro para la ONU. ¿Cómo nadie se dio cuenta de que la mitad de las empresas vinculadas al programa pagaba sobornos y parte del petróleo salía de contrabando por Jordania y Turquía? ¿Tanta descomposición quedará sin otro castigo que la exposición pública de las irregularidades?La investigación quebranta conceptos maniqueos sobre la corrupción. Por ejemplo, que la empresa privada es limpia y solo el sector oficial, corrupto; o que los países desarrollados son modelo de virtudes y los del Tercer Mundo tienen el monopolio de las indelicadezas. Interesante imaginar el revolcón que sufrirá la tabla anual de Transparencia Internacional.
EDITORIAL de El Tiempo. Lunes 1º de Noviembre.