martes, octubre 25, 2005

Las Mentiritas

Un gordito peligroso llamado Karl Rove A una jugada electoral de este señor se debe la guerra de Irak.
Todos tenemos un primo como él: gordito, inteligente, simpático, mofletudo. Este que yo digo se llama Karl Rove y parece inofensivo. Pero no lo es. Todo lo contrario. Según se ha descubierto en los últimos meses, es coautor de la guerra de Irak, esa invasión que se declaró a despecho de las leyes internacionales y ha causado 30 mil muertos civiles.
Karl Rove, mano derecha de George W. Bush, está a punto de ser llamado a juicio. Pero no en calidad de criminal de guerra (como correspondería, por haber mentido para provocar un ataque ilegal contra una nación) sino por revelar la identidad de un agente de la CIA, asunto bastante menor que en Estados Unidos constituye grave delito.
El posible procesamiento de Rove y Lewis Libby, jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, podría provocar un sacudón en el gobierno y comprometer incluso a sus jefes, verdaderos cerebros de la conspiración para ocultar a los ciudadanos la verdad sobre Irak.
El juicio previo está en marcha. Aunque ha venido fluyendo sin mucho ruido, como ocurrió al principio con Watergate, arrastra aguas mayores. Hoy, gracias a la investigación del fiscal Patrick Fitzgerald, se sabe que Rove y Libby filtraron a la prensa el nombre de Valerie Plame, agente de la CIA, y que lo hicieron en venganza porque su marido, el diplomático estadounidense Joseph Wilson, reveló al país que Sadam Hussein nunca compró uranio en Niger. Bush había asegurado lo contrario en un solemne discurso el 28 de enero del 2003.
En ese momento, su gobierno no tenía pruebas de que Hussein dispusiera de armas de destrucción masiva –ADM— y sabía, por informe que Wilson entregó a la CIA en marzo del 2002, que eran falsos los rumores sobre la adquisición de material atómico. El 7 de marzo se conoció un dato más que debería haber abortado los preparativos de guerra: la Agencia de Energía Atómica informó al Consejo de Seguridad de la ONU que las afirmaciones de que Sadam poseía ADM se basaban en documentos falsificados.
Sin embargo, pocos días después Estados Unidos y sus aliados desataron esta guerra mortífera e injusta que no tiene visos de terminar nunca.
Cada vez está más claro que ella es resultado de una doble perversidad. Por un lado, los fundamentalistas neoconservadores que acompañan a Bush y que expelieron (ese es el verbo; no “expedir”) un célebre manifiesto imperial de supremacía militar, política y estadounidense. Y, por el otro, la decisión de que solo una buena guerra podría garantizar el apoyo popular al gobierno. Rove craneó esta opción. Sus credenciales como estratega político son impecables: a él debe Bush las exitosas campañas que lo llevaron a la gobernación de Texas y la presidencia de su país.
Como dice el columnista del New York Times Frank Rich, la invasión de Irak era “el Viagra político que Rove necesitaba para el año electoral”. Por eso inventaron las mentiras de las AMD y los inexistentes vínculos entre Sadam y Osama Ben Laden.
De unos ideólogos delirantes y un diseñador amoral de tácticas políticas surgió la guerra ilícita a la que el gobierno colombiano adhirió con tanto entusiasmo como poco seso. Lo curioso es que, hasta ahora, por el episodio de la venganza contra Wilson solo están procesados dos periodistas que revelaron o anotaron el nombre de Valerie Plame como agente de la CIA.
Ojalá esta semana la Justicia norteamericana brille a la altura de su prestigio y el fiscal Fitzgerald y el gran jurado (tribunal público) vinculen al proceso a Rove y Libby. Que equivale a meter el pie en la Casa Blanca. Luego, que sea lo que la Historia quiera.
Tomado de El Tiempo